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Los misterios del dios Mitra | Historias de la Historia

Los misterios del dios Mitra

Mitra, el dios al que las legiones llevaron por el mundo. Desde sus orígenes a su caída con la expansión del cristianismo.

Tauroctonía

Mitra es una divinidad de origen indoiranio, cuyo testimonio más antiguo lo encontramos en una tablilla cuneiforme del siglo XIV a. C., que recoge un tratado de paz entre hititas y mitanni en el que el dios es tomado como testigo que sanciona el cumplimiento del pacto. En la época aqueménida su culto se extiende y llega hasta Asia Menor y poco después hasta el Mediterráneo. En un momento determinado, posiblemente en época helenística, los griegos asimilan este dios convirtiéndolo en lo que conocemos como divinidad mistérica, si bien en el mundo griego no gozó de gran popularidad, al contrario que ocurriría en Roma.

La fecha tradicional de entrada del culto a Mitra se sitúa en el año 70 a. C . con la llegada de los piratas Cilicios, aunque es más que probable que el ejército allí asentado hubiese adoptado ya muchos rasgos mitraístas. Lo que sí sabemos es que conoció su máximo desarrollo en el siglo II y III, y sobre todo en aquellos lugares en los que la presencia militar fue más fuerte, pues es un culto muy vinculado al ejército.

Mitra es una de las divinidades más importantes de la época imperial, incluso hay investigadores que se han aventurado a afirmar que si el cristianismo no se hubiese consagrado el mundo hoy sería eminentemente Mitraista, aunque esto son solo elucubraciones.

Si hablamos de los rasgos principales que caracterizan el culto a mitra en su versión grecorromana, hablaremos de una religión de carácter mistérico, lo que implica la organización en comunidades cultuales de reducido tamaño, y en este caso concreto, con la significativa exclusión de las mujeres, y digo significativa porque muchos han atribuido a esta restricción parte de la culpa del fracaso final del mitraismo frente al cristianismo, puesto que esto pudo tener repercusión en su difusión. Por otro lado, el culto a Mitra carecía de un cuerpo sacerdotal, en el sentido de un grupo de personas separadas de la sociedad que dedican su vida a las labores de culto, como sí ocurrió verbi gratia en el culto a Isis.

¿Pero dónde se llevaban a cabo los ritos? Pues bien, el Mitreo es el lugar destinado a rendir culto a Mitra, y es un recinto de gran importancia para los historiadores, arqueólogos y otros investigadores porque supone una de la principales fuentes de las que disponemos (no olvidemos que al ser un culto mistérico todo permanece en secreto) para entender el culto a Mitra, puesto que apenas se conservan fuentes escritas y las conservadas son tardías (Porfirio, siglo II) o han sido escritas por autores cristianos (Justino o Tertuliano) que perseguían el desprestigio del mitraismo con lo que ello implica.

Los mitreos se encuentran por todo el Imperio Romano, aunque los mejor conservados podemos encontrarlos en torno al Muro Adriano (Escocia), Italia (en Ostia y en Roma, el conocido mitreo de San Clemente), España (Córdoba), Siria (Dura Europas)… Y todos ellos son muy parecidos en lo que se refiere a su estructura, se trata de cuevas (o en su defecto tratan de imitarlas) que presentan una estructura muy similar: una especie de escalera, un vestíbulo pequeño, y una nave central, generalmente de bóveda de cañón alargada no muy grande, con espacio suficiente para albergar entre 20 y 30 personas. Esta nave central suele tener bancos a ambos lados y su techo, que parece simbolizar la bóveda celestial, siempre tiene representaciones del firmamento (estrellas, otros cuerpos celestes, el zodíaco…). Lo que nunca puede faltar es la denominada Tauroctonía, o representación de Mitra matando al toro.

Sobre el rito de iniciación las fuentes nos ofrecen sólo algunos datos, como que las personas que se iniciaban eran en su mayoría militares, quizás en parte debido a que los valores que promulga el mitraísmo son propios del ámbito castrense, pero también podían iniciarse mercaderes, funcionarios, campesinos, libertos, e incluso esclavos.

Existía un orden de grados de iniciación establecidos, que conocemos gracias a algunos autores cristianos y a Porfirio, y en total sumaban siete. Si bien, la mayoría no pasaba del primer grado, porque el ascenso era muy duro (ayunos, abstinencias prolongadas e incluso ceremonias que implicaban marcas físicas) y había que dedicarle mucho tiempo al proceso. Así, los que pertenecían a los tres primeros grados (considerados preparatorios) eran sirvientes y el resto ya propiamente participantes del culto.

¿Cuáles eran estos grados?

1.- CORAX (CUERVO). Es el primer grado, el del principiante por excelencia, y a día de hoy no sabemos a ciencia cierta cuales serían sus atribuciones.  Su símbolo suele ser el caduceo y se relaciona con Mercurio, nombre del planeta que se asocia con el dios homónimo, y mensajero de los dioses. Su elemento sería el Aire.

2.- NYMPHUS (masculinización forzada de un término femenino, algo así como “desposado”). San Jerónimo lo llama GRYPHUS. Sus símbolos son una lámpara y una diadema. Desde el punto de vista astral se asocia a Venus, el planeta femenino por excelencia, y su elemento sería el Agua.

3.- MILES (SOLDADO). Es un grado de transición muy importante, pues el que llega a este nivel es porque pretende prepararse para ser participante, y las fuentes nos hablan de una ceremonia se realizaba una ofrenda de una corona y una espada, que el neófito entregaba diciendo “mi única corona es Mitra”. Los símbolos son una pala (se desconoce el motivo) y el sistro (que recordemos es un instrumento musical), aunque en ocasiones aparece asociado a armas como la lanza o el casco. Marte es su astro y su elemento la tierra.

4.- LEO (León). Es a partir de este grado cuando el iniciado se convierte en miembro de pleno derecho. Sus símbolos eran el sistro, una pala y una especie de rayo, ya que se asociaba a Júpiter, y al elemento fuego. Algunos autores hablan incluso de un bautismo ritual de fuego, siendo por tanto en este grado en el que se recibirían marcas físicas. Ya en este nivel se entiende que los miembros tienen una serie de cargos o responsabilidades dentro de la comunidad, concretamente el leo se encargaba del incienso

5.- PERSES (Persa). Este grado es uno de los más desconocidos y se asocia con el origen del mito. Sus símbolos son la hoz y la guadaña (vinculados a la agricultura) y también se relaciona con la luna, quizás por su sentido de fecundidad. En este caso era el responsable de los frutos y las plantas.

6.- HELIODROMO (el corredor del sol). Es una especie de encarnación del sol en la tierra y se convierte en un compañero de Mitra. Sus símbolos son la fistra y a veces se le representa con un halo y con las antorchas. Se desconocen más detalles.

7.- PATER (Padre). Es el maestro por excelencia y se asocia a Saturno, aunque en cierto modo sería la encarnación de Mitra. Es el maestro protector de los iniciados, el que tiene la máxima autoridad en cuanto a la iniciación y el paso de niveles, el que dirige y supervisa la enseñanza y el que consagra los mitreos. Sólo podía haber un pater por comunidad y su símbolo es un anillo.

Como hemos podido ver cada grado se asocia con un planeta, sin embargo el orden de estos no se corresponde con el orden helenístico de los planetas ni tampoco con el orden de los días de la semana, por lo que se baraja que quizás se trate de un orden distinto, de origen persa y que nos es desconocido. Algunas fuentes nos dicen que el iniciado debía recorrer todas las esferas celestiales.

En el siglo III-IV el culto a Mitra fue asumido de forma importante por el poder, pero a partir de Constantino fue paulatinamente en decadencia, siendo su lugar ocupado por el cristianismo.

Se han intentado buscar causas a su caída. Por una parte, que a partir de Constantino el poder estaba en su contra, y por otra, que el mitraísmo, al contrario que el cristianismo, no reunía las características necesarias para convertirse en una religión universal (no permitía la entrada de las mujeres) y no tenía una estructura centralizada a nivel imperial a diferencia del cristianismo que sí está bien organizado, y estos atributos eran precisamente lo que en estos momentos estaban buscando los emperadores como instrumento de unificación del Imperio.

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