durante las excavaciones actuales en Civita Giuliana, a unos 700 metros al noroeste de Pompeya, entre 2017 y 2018 los arqueólogos descubrieron la parte servil de una gran villa romana, junto con el establo, que contenía los restos de tres caballos enjaezadosque parecían preparados para partir de inmediato. Ahora, los investigadores han encontrado, cerca del criptopórtico (galería o corredor cubierto semisubterráneo, generalmente abovedado, destinado a la circulación), en la parte noble de la villa, los esqueletos de dos individuos que no pudieron escapar de la furia de la erupción del Vesubio en el año 79 d.C.
MOLDES DE LOS CUERPOS
Los cadáveres fueron encontrados en una habitación lateral, en forma de pasillo, que conducía al piso superior. Este espacio, de 2,2 metros de ancho y de una longitud aún por determinar, presentaba un suelo de madera, como indica la presencia de seis orificios en los muros que sirvieron en su momento para albergar las vigas que soportaban una galería. La sala fue destruida por el derrumbe de las partes más altas de mampostería, debajo de la cual se halló una capa gruesa formada por las corrientes piroclásticas que se sucedieron durante la erupción del Vesubio. Dentro de la habitación, inicialmente se descubrieron unos vacíos en la capa de ceniza endurecida, debajo de la cual yacían los esqueletos. Una vez analizados los huesos por el antropólogo físico del Parque Arqueológico de Pompeya, que extrajo la mayoría, se vertió yeso según la famosa técnica de desarrollada por Giuseppe Fiorelli, quien la inventó y experimentó por primera vez en 1867 para obtener moldes de los cuerpos.
El estudio ha revelado que ambos individuos murieron repentinamente durante el llamado segundo flujo piroclástico, que azotó Pompeya y sus alrededores en las primeras horas del 25 de octubre (según las nuevas estimaciones), provocando la muerte de quienes aún estaban presentes en la ciudad y en el campo. Este segundo flujo fue precedido por un breve período de tranquilidad (quizás una media hora) durante el cual los supervivientes, tanto en Pompeya como probablemente en Civita Giulana, abandonaron sus viviendas en un vano intento por salvarse. Sin embargo, cuando llegó, este segundo flujo piroclástico fue muy rápido y violento, derribando los primeros pisos de las casas y sorprendiendo a las víctimas mientras intentaban escapar. En este caso es muy probable que este flujo de cenizas inundase la habitación a través de varias aberturas, sepultándola totalmente.
¿QUIÉNES FUERON ESTOS HOMBRES?
La primera víctima, que tenía la cabeza inclinada y los dientes y el cráneo aún visibles, era un hombre joven, de entre 18 y 23-25 años, que medía aproximadamente 1,56 m de altura. La presencia de una serie de compresiones vertebrales, inusuales en un joven de su edad, sugiere que durante su corta vida realizó duros trabajos físicos, lo que a su vez hace pensar a los investigadores que podría haber sido un esclavo. Llevaba una túnica corta, cuya huella es claramente visible en la parte inferior del abdomen, con pliegues gruesos y rastros de tela pesada, de una consistencia que sugiere que estaba confeccionada con fibras de lana. Junto a su rostro había varios fragmentos de yeso blanco, y junto a las piernas se hallaron restos de la capa de preparación de la pared de la habitación.
La segunda víctima fue encontrada en una actitud completamente diferente, pero similar a la que presentan otros moldes de yeso de Pompeya: la cabeza había caído hacia atrás, a un nivel más bajo que el cuerpo, y con el molde se pudo delimitar el mentón, los labios y la nariz, mientras que se ha conservado el cráneo. Los brazos estaban cruzados sobre el pecho y las piernas, separadas y con las rodillas dobladas. La robustez de la víctima, particularmente en la zona del tórax, sugiere que se trataba de un varón (aunque mayor que el muchacho), de entre 30 y 40 años y de aproximadamente 1,62 m de altura. Este individuo vestía ropas más elaboradas que su compañero, ya que vestía túnica y manto. Debajo del cuello, y cerca de su esternón, donde la tela formaba pliegues claros y pesados, son perfectamente visibles las huellas de la tela, que indican la presencia de un manto de lana dispuesto sobre el hombro izquierdo. En la parte superior del brazo izquierdo también se aprecia la huella de un tejido diferente, una túnica, que parece haberse extendido a la zona pélvica. Cerca del rostro de la víctima se encontraron fragmentos de yeso blanco, que probablemente se habían desprendido del piso superior.
La segunda víctima, algo mayor que la primera, era un varón de entre 30 y 40 años y 1,62 m de altura que vestía una túnica y un manto.
Aproximadamente a un metro al este de la primera víctima, y a 80 centímetros al este de la segunda, se descubrieron otros huecos durante los trabajos de excavación. Aquí también se vertió yeso, que mostró la presencia no de víctimas, sino de objetos que quizá se habían perdido durante la fuga. La exploración manual de estos «vacíos», y la forma revelada por los moldes de yeso, puso en evidencia que se trataba de montones de tela, con pliegues grandes y pesados; en particular, el montón cerca de la primera víctima podría interpretarse como un manto de lana, que el joven «esclavo» evidentemente se había llevado consigo durante la fuga.
UNA VILLA CON NUMEROSAS ESTANCIAS
Las intervenciones arqueológicas en la villa de Civita Giuliana han sacado a la luz una serie de habitaciones en la parte residencial, situada al noroeste de la villa (que disfruta de una ubicación panorámica con vistas a la bahía de Nápoles), dispuestas alrededor de un peristilo rectangular (jardín con columnas), delimitado hacia el norte y al este por un pórtico, y a lo largo de su lado occidental por un criptopórtico cubierto por una terraza balaustrada. Algunas de estas habitaciones ya habían sido exploradas en 1907-1908 y posteriormente enterradas, mientras que otras fueron objeto de excavaciones ilegales. En particular, se han exhumado tres salas de estar, dos cubículos (dormitorios) con elegantes pavimentos con motivos decorativos de baldosas de piedra y un oecus o sala de recepción. Esta última estancia correspondía a un gran salón de banquetes, con decoraciones en el Tercer Estilo Pompeyano y un pavimento con inserciones de mármol (opus sectile) que se encontraba en proceso de renovación en el momento de la erupción.
Las excavaciones en la villa de Civita Giuliana han sacado a la luz tres salas de estar, dos cubículos (dormitorios) con elegantes pavimentos con motivos decorativos de baldosas de piedra y un oecus o sala de recepción.
Debajo de la terraza balaustrada, como era habitual en las villas suburbanas de la zona del Vesubio, se extendía el criptopórtico, de al menos 56 m de largo, que también había sido parcialmente explorado durante las excavaciones de principios del siglo XX. Aquí se ha identificado un pavimento de tierra batida y, a lo largo del lado occidental, una serie de pequeñas ventanas. En el sector noreste de este criptopórtico, se encontró una abertura abovedada que permitía el acceso al piso superior a través de una habitación rectangular, justo al norte de los dos dormitorios, donde se encontraron los cuerpos.
EL USO DE LA MÁS MODERNA TECNOLOGÍA
Durante las investigaciones en el área, se llevaron a cabo estudios de escaneo láser utilizando el escáner terrestre Leica RTC 360. Estas modernas técnicas han hecho posible construir un modelo de nube de puntos tridimensional que traza las diversas etapas del trabajo arqueológico. Esta prospección se ha combinado con otra que se llevó a cabo hace algún tiempo para explorar los túneles, yque ha dado como resultado una correlación de datos y una indicación de la relación entre la longitud total del criptopórtico y la parte excavada de la villa.
Las más modernas técnicas aplicadas a la arqueología han hecho posible construir un modelo de nube de puntos tridimensional que traza las diversas etapas del trabajo.
Se ha realizado una fotogrametría con una sola cámara y un renderizadode software tridimensional, obteniendo así ortoimágenesde alta definición y modelos digitales tridimensionales. Además, cuando se descubrieron los vacíos que dejaron los cuerpos, se llevó a cabo un análisis endoscópico junto con la recolección de muestras de hueso y, en la medida de lo posible, también se hizo un escaneo láser del vacío, antes de la creación de los moldes de yeso.
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