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Levantamiento de los bóxers | Historias de la Historia

Levantamiento de los bóxers

Fue un movimiento contra la influencia comercial, política, religiosa y tecnológica foránea en China durante los últimos años del siglo XIX, desde noviembre de 1899 hasta el 7 de septiembre de 1901. Para agosto de 1900, cerca de 230 extranjeros, miles de chinos cristianos, un número desconocido (entre 50 000 y 100 000) de rebeldes, sus simpatizantes y otros chinos habían muerto en la revuelta y su represión.

A lo largo del siglo XIX China tuvo pérdidas territoriales (Hong-Kong a manos de los británicos), guerras que perdió (1895 con Japón) y además la llegada de numerosos extranjeros que fueron acusados de trastornar la cultura china y de atentar contra el carácter nacional del país. Todo ello constituyó un propició ambiente para la rebelión de los nacionalistas chinos.

 

Todos estos factores desembocaron en numerosos brotes de desobediencia civil en gran parte del país a finales del siglo XIX, registrándose agresiones contra extranjeros y contra chinos convertidos al cristianismo.

 

El levantamiento popular fue impulsado por un grupo conocido como los Yihetuan o ‘puños rectos y armoniosos’ (義和拳, llamados bóxers—‘boxeadores’— por los ingleses, en referencia al ritual de artes marciales que practicaban porque según ellos les hacía inmunes a las armas), un grupo que se opuso inicialmente a la dinastía manchú de los Qing pero más tarde se reconcilió con ella y se concentró en el norte del país, donde las potencias europeas habían comenzado a exigir concesiones territoriales, ferroviarias y mineras. En noviembre de 1897, el Imperio Alemán respondió a la muerte de dos misioneros en la provincia de Shandong apoderándose del puerto de Qingdao. Al mes siguiente, una escuadra rusa tomó posesión de Lüshun, en el sur de Liaoning. Reino Unido y Francia les siguieron, tomando posesión de Weihai y Zhanjiang, respectivamente.

 

Los bóxers empezaron a incrementar su actividad en Shandong en marzo de 1898. El detonante de la rebelión ocurrió en una pequeña aldea de la provincia, donde unos misioneros demandaban la entrega de un templo local que según ellos era una antigua iglesia católica confiscada por el emperador Kangxi (1661–1722), en fuerte oposición a los lugareños. Las autoridades locales mediaron en el conflicto, fallando a favor de los misioneros y entregándoles el control del edificio. Como respuesta, los campesinos se sublevaron y atacaron la reconstituida iglesia bajo el mando de los bóxers

 

 

En junio de ese año, los bóxers (a los que se habían sumado soldados imperiales) atacaron destacamentos de occidentales en Tianjin y Pekín. Las embajadas extranjeras en la capital, a las que habían huido sus ciudadanos residentes en Pekín, se convirtieron pronto en objetivo de los bóxers, aunque la mayoría de las delegaciones se encontraban bien protegidas por sus propias murallas y la cercanía a la Ciudad Prohibida, donde, paradójicamente, habían sido construidas por orden del emperador con el fin de tenerlas bajo vigilancia permanente. Las delegaciones deReino Unido, Francia, los Países Bajos, Estados Unidos, Italia, Imperio ruso y el Japón de hecho compartían el mismo complejo defensivo, y a sólo unas calles de distancia se encontraban las de Bélgica y España, desde donde llegaron sus representantes para ponerse a salvo.

No pudo hacer lo mismo la delegación del Imperio Alemán, de constitución más reciente y por ello situada en el otro extremo de la ciudad. El día 20 fue asaltada finalmente por los bóxers, quienes capturaron y ejecutaron al embajador alemán, Barón Klemens von Ketteler. A resultas de ello, las potencias extranjeras declararon la guerra a China, siendo que la emperatriz Cixi respondió proclamando las hostilidades contra ellas. Hasta la llegada de las fuerzas militares enviadas en su ayuda, el propio personal diplomático debió defenderse del asedio de los bóxers solamente con armas menores y un viejo cañón al que se apodó como el «Arma Internacional» debido a que el cilindro era británico, el soporte italiano, los proyectiles rusos y los artilleros a cargo de su manejo estadounidenses. Dirigieron la defensa el ministro británico para China, Claude Maxwell MacDonald, y el coronel japonés Shiba Gorō.

 

El ejército de rescate de los aliados se componía de unos 54.000 hombres a las órdenes del general británico Alfred Gaselee, de los cuales unos 5.000 eran chinos contrarios a los bóxers, 20.840 japoneses, 13.150 rusos, 12.020 británicos, 3.520 franceses, 3.420 estadounidenses, 900 alemanes, 80 italianos y 75 austro-húngaros. En julio desembarcaron cerca de Tianjin y pusieron sitio a la ciudad, que cayó el día 14.

El ejército entró finalmente en Pekín el 14 de agosto, donde levantó el asedio a las embajadas y posteriormente procedió a desplegarse por la ciudad con el fin de ocuparla, registrándose numerosos combates callejeros. La familia imperial y su corte abandonaron entonces la Ciudad Prohibida y se refugiaron en Xi’an.

 

Tras la ocupación, las tropas extranjeras se entregaron al saqueo, la destrucción, los asesinatos sumarios y las violaciones. La propia Ciudad Prohibida y otras dependencias imperiales fueron saqueadas, llegando a sacrificarse los animales de los Jardines Imperiales para servir de alimento a los soldados (lo que significó entre otras cosas, poner en peligro deextinción al ciervo del Padre David en China). La población fue fuertemente reprimida para evitar que se levantase nuevamente contra los extranjeros a pesar de la destrucción y robo de sus propiedades. En octubre, las tropas rusas estacionadas en la región del Amur cruzaron la frontera e invadieron Manchuria, donde también actuaron con violencia contra la población civil.

 

Las hostilidades terminaron finalmente el 7 de septiembre de 1901, cuando la dinastía Qing accedió a firmar el Tratado de Xinchou o «Protocolo Bóxer», un nuevo tratado desigual con los gobiernos de Alemania, Austria-Hungría, Bélgica, Francia, Estados Unidos, España, Reino Unido, Italia, Japón, Países Bajos y Rusia.

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