Entrada triunfal en El Cairo
Mientras Francia languidecía bajo la opresión nazi, las fuerzas germanas continuaban extendiéndose, no solo por Europa, sino también por el norte de Africa. En el verano de 1942, nada hacia pensar que los alemanes, liderados por el mariscal Erwin Rommel, pudieran ser detenidos en su camino hacia El Cairo.
Tras la caída de Tobruk, el Afrika Korps y las tropas italianas tenían aparentemente via libre hacia el Canal de Suez. El pánico que se desató en la capital de Egipto ante la inminente llegada de los panzer fue tal que los británicos iniciaron la quema de toda la documentación oficial para que no cayera en manos de sus enemigos.
Mussolini asistía a estos momentos cruciales con un sentimiento agridulce. Por un lado, se sentía feliz porque estaba a punto de conseguir su ansiado objetivo de expulsar a los británicos del norte de Africa. Pero, por otro, era consciente de que el mérito de la conquista de Egipto se anotaría en el haber de Rommel, convirtiéndose así la campaña en un éxito alemán.
De todos modos, el Duce no estaba dispuesto a dejarse arrebatar fácilmente los laureles del triunfo; embriagado por sus ensoñaciones imperiales, decidió hacer su entrada en la capital egipcia a lomos de un caballo blanco. La música que acompañaría a los italianos en esa marcha triunfal sería la de la más célebre ópera de Verdi: Aida.
Sin embargo, los británicos, pese a su temor ante el incontenible avance de Rommel, no estaban dispuestos a entregar El Cairo sin lucha. Así que, apostados en la pequeña aldea de El Alamein, resistieron las furiosas embestidas de las tropas del Eje hasta que el Zorro del Desierto se vio obligado a colocarse a la defensiva, alejándose para siempre la posibilidad de tomar la capital egipcia.
Entre los italianos capturados durante estos combates se encontraban los encargados de organizar la entrada triunfal en El Cairo. Los británicos se quedaron muy sorprendidos al encontrar la partitura, los instrumentos y hasta los trajes de ceremonia que pensaban usar en esa representación que, pese a los intensos preparativos, sería finalmente cancelada.
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