El sueño de la diligencia a vapor
El primer vehículo propulsado por un motor podía transportar hasta 12 pasajeros a 40 kilómetros por hora, pero, aunque causó sensación, no se vendió ni una unidad
El sábado 9 de octubre de 1875, un vehículo propulsado por un motor de vapor y co- nocido como L’Obéissante recorrió los 230 kilómetros que separaban las ciudades francesas de Le Mans y París en 18 horas, paradas incluidas, todo un logro para la época. El automóvil, parecido a una diligencia, pero sin caballos y con una chimenea en la parte posterior, tenía 12 plazas, podía rodar a una velocidad máxima de 40 kilómetros por hora e incluso afrontar pendientes ascendentes de hasta un 12 por ciento.
L’Obéissante, el primer automóvil de vapor que fabricó Amédée Bollée (1844-1917), un fundidor de campanas e inventor francés, pesaba 4.800 kilos, tenía tracción trasera (dos motores de vapor, uno por cada rueda trasera), suspensión independiente en las cuatro ruedas y una caldera en la parte posterior. Considerado el primer vehículo de tracción mecánica realmente funcional para el transporte de pasajeros por carretera, L’Obéissante era veloz y silencioso en comparación con los anteriores vehículos de vapor, torpes y lentos. Ofrecía una gran maniobrabilidad (de ahí su nombre, «El Obediente») y poseía algunas características propias de los automóviles del futuro: el conductor, sentado en la parte delantera, controlaba el volante y todos los dispositivos de conducción, mientras que de la alimentación de la caldera de vapor se ocupaba el chauffeur, sentado en la parte trasera.
Maravillosa precisión
L’Obéissante fue el primer vehículo privado con permiso para circular por París, donde causó sensación. El 17 de octubre de 1875,Le Figaro relataba así el paseo del ingenio por la capital
unos días antes: «Era un automóvil de vapor que no hacía ruido, se detenía de repente, girando a la derecha, a la izquierda y sobre sí mismo con una maravillosa precisión. Los caballos de todos los carruajes que cruzaban la avenida parecían un poco sorprendidos, pero ninguno estaba asustado». Durante el trayecto acumuló infracciones porque el tráfico de automóviles aún no estaba previsto en el código de circulación de la época, aunque todo se solucionó cuando el prefecto de policía fue invitado a subir a bordo y recorrió los bulevares parisinos. El mundo científico felicitó a Bollée por su ingeniosa creación, pero desgraciadamente no recibió ningún pedido. El vehículo original se exhibe hoy en el Museo de Artes y Oficios de París.
No fue éste el único vehículo de vapor diseñado por el inventor de Le Mans. Bollée atribuyó el fracaso comercial deL’Obéissantea su excesivo peso, por lo que en 1878 diseñó un automóvil más ligero –2.750 kilos– y con menos plazas,La Mancelle. Tenía un solo motor colocado en la parte delantera y se considera que fue el primer automóvil del mundo producido en serie; se fabricaron unas 50 unidades. Tras éste, llegaron La Marie-Anne, un imponente tren de carretera de 20 toneladas capaz de remolcar unas 100 toneladas en llano; La Nouvelle, una versión mejorada deLa Mancelle, y La Rapide, un vehículo de seis plazas que alcanzaba casi 60 kilómetros por hora y cuya campana, colocada bajo la parte delantera del techo,es la precursora de las actuales bocinas.
En 1885 nació el automóvil moderno,cuando Kar lBenz patentó el motor de explosión interna –que sustituyó al motor de vapor, de combustión externa–,y Amédée Bollée abandonó su aventura automovilística. Sus hijos continuarían con la empresa, experimentando con la nueva tecnología,mientras él volvía a dedicarse únicamente a la fundición de campanas.
ALEC FORSSMANN
PERIODISTA
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