Notice: La función _load_textdomain_just_in_time ha sido llamada de forma incorrecta. La carga de la traducción para el dominio hueman se activó demasiado pronto. Esto suele ser un indicador de que algún código del plugin o tema se ejecuta demasiado pronto. Las traducciones deberían cargarse en la acción init o más tarde. Por favor, ve depuración en WordPress para más información. (Este mensaje fue añadido en la versión 6.7.0). in /home/histori1/public_html/wp-includes/functions.php on line 6114
El General Obregón en la Tumba del Presidente Madero | Historias de la Historia

El General Obregón en la Tumba del Presidente Madero

El general Alvaro Obregón visita la tumba del presidente mártir don Francisco Madero después de su entrada triunfal a la ciudad de México. Agosto de 1914

 

El General Obregón y la profesora María Arias en la tumba de Madero del panteón Francés

Muy significativa resultó la ceremonia. Hicieron uso de la palabra: el teniente coronel Guillermo Castillo y Tapia, Adolfo Cienfuegos, licenciado Luis Manuel Rojas, licenciado José Inés Novelo, coronel José Obregón.
Muchos concurrentes pidieron que hablara la señorita profesora María Arias, la que dijo, entre otras cosas: . . . «Nosotras, las débiles mujeres que no podíamos tomar un fusil y que nos vimos reducidas a nuestros suspiros, a nuestras lágrimas y a nuestras flores sobre el sepulcro del mártir… Y, más adelante se nos expulsó de las escuelas y se hizo bien. Nosotras no merecíamos pertenecer a esa escuela de Huerta . . .» «Es preferible un pueblo ignorante y valeroso, que un pueblo culto y abyecto …»

 

Obregón acompañado de los oficiales de su estado mayor: Jesús M. Garza, Cornel José Obregón, Francisco Serrano y Julio                                                                          Madero en la visita al sepulcro de Madero

Emocionado, el general Alvaro Obregón dijo: «No tienen excusa los hombres que pudiendo cargar un fusil se han abstenido de hacerlo, por el temor de abandonar el hogar; yo he abandonado mi hogar y mis hijos, pero como prueba de que sé admirar el valor de los demás, cedo mi arma a la señorita Arias, porque es digna de llevarla. Esta arma, que ha servido para la defensa de los intereses populares, está tan bien en sus manos como lo ha podido estar en las mías».

 

También te podría gustar...