¡Auf Wiedersehen hasta mejores Días!
Un escuadrón de cruceros hace vapor a gran velocidad doblando el extremo mas septentrional de Jutlandia para internarse en el Mar del Norte. Los cuatro majestuosos barcos de guerra, con los blancos mostachos de espuma bajo la nariz de sus proas, constituyen una fiesta para los ojos. Es un espectáculo hermoso y triste a la vez, pues aquí van los únicos barcos principales que restan de la Kriegsmarine alemana; después de cinco años y medio de guerra contra un enemigo superior, solo quedan el crucero pesado Prinz Eugen y el crucero ligero Nürnberg.
Es el mes de mayo de 1945, pocos días después de la rendición alemana; este último viaje, de Copenhage a Wilhelmsafen, lo hacen «escoltados» por dos cruceros británicos. Y cuando apenas se ha internado el escuadrón en las aguas del Mar del Norte, el buque del comandante inglés, el Dido da la orden de separarse : el Prinz Eugen y el Nürnberg deberán proseguir hacia Wilhelmsafen, al cautiverio. El Dido se detiene, con las máquinas inmóviles, y los cruceros germanos pasan a su lado por última vez.
De pronto, cuando los barcos están más próximos, un marinero de señales se destaca en el puente inglés y comienza a enviar un mensaje: «Del Comandante al Comandante». No son docenas sino centenares de ojos alemanes los que se clavan fijamente en las banderolas, y cientos de roncas voces de marinos repiten, en voz baja y trabajosamente, cada una de las letras que componen el último mensaje del enemigo, los buenos deseos del vencedor para el vencido:
¡Auf Wiedersehen -hasta- mejores Días!
Todos ellos aprietan los dientes y comprenden que este mensjae no es tan solo un gesto de cortesía : en él se revela algo del espíritu caballeroso que, con raras excepciones, animó a su adversario en el mar, implacable y leal, durante todo el período de la despiadad guerra «total».
El Prinz Eugen en Kiel 1941
Comentarios recientes